domingo, 24 de enero de 2016

Aquel día.



Aquel día, como todos desde que te fuiste.
Dormí abrazado a una ausencia.
Aquel día frío de un mes primero,
me propuse no besar más labios sabor vino.
Y tirar la botella que guardaba en la despensa.

Aquel día decidí que no quería llamar
a esta ausencia con un nombre tan bonito como el tuyo.

Aquel día volví a ponerme la camisa que odiabas.
Y pensar en sonreír como si llevará una corbata de lunares.

Aquel día dormí abrazado a una ausencia
que tenia el rimel corrido de haber llorado a una soledad.

Que puta es soledad cuando se trata de amar.
Me decía aquella ausencia.

Dormí abrazado a una ausencia
que decía haber visto todos los fríos inviernos
que pasé bajo tu manta.

Aquel día,
que había rehecho mi alma a base de cafés y bolígrafo.
Aquel día,
no te eche de menos.
No niego que me acordé de tus labios
en mi pecho besando cada poro de piel que ardía.
Pero no te eché de menos.

Aquel día tiré a la basura todas tus dudas.
Y me aferré a la felicidad antes de ti.
Y antes de tu ausencia. 

martes, 5 de enero de 2016

Cuaderno de Bitácora.



A esta tormenta también le voy a poner su nombre.

El timón aún tiene muescas de la última vez.



Mis manos añoran
 ser timón de aguas intransitables,
 como su cintura.



Ella decía que andábamos perdidos,
 Pero yo sabía que solo yo andaba a la deriva.



Dejad al mar lo que es del mar.
 Y a ella, dejadla ser brisa marinera.
Dejadla ser el viento
entre los recovecos de una cala.



Quiero que me enseñes a ser mar,
le decía a susurros en su pecho.
Con el sabor 
e su erizada piel
ardiendo en mis labios.



Cae la tempestad sobre la goleta,
que evita encallar en cada ausencia.
Muerde feroz el viento las velas

e incluso amenaza con llevárselas.



Dejad al mar lo que es del mar.
Y a ella, dejadla ser brisa marinera
Dejadla ser el viento
entre los recovecos de una cala.



Vuelve y haz que amaine la tormenta.
Que cuando no eres huracán
eres el viento de levante.



No te dejes llevar si no es conmigo...



Aquella infinidad del mar,
dibujada en una despedida.

La marea no se ha cansado
de volver a ver si has vuelto.
Que arrogante es un adiós si no hay beso.



Dejad al mar lo que es del mar.
Y a ella, dejadla ser brisa marinera.
Dejadla ser el viento
entre los recovecos de una cala.



Verte marchar es como mirar
desde un acantilado
los restos de otro naufragio.


Al final será como enseñar la herida
después de una batalla.
Sobrevivir.
A ti.