viernes, 10 de abril de 2015

Aquel día.



Aquel día,
como todos desde que te fuiste.
Dormí abrazado a una ausencia.
Aquel día,
frío de un mes primero,
me propuse no besar más labios sabor vino.
Y tirar la botella que guardaba en la despensa.

Aquel día,
decidí que no quería llamar
a esta ausencia con un nombre tan bonito como el tuyo.

Aquel día,
volví a ponerme la camisa que odiabas.
Y pensar en sonreír como si llevará una corbata de lunares.

Aquel día,
dormí abrazado a una ausencia
que tenia el rimel corrido de haber llorado a una soledad.

Que puta es soledad cuando se trata de amar.
Me decía aquella ausencia.

Dormí abrazado a una ausencia
que decía haber visto todos los fríos inviernos
que pasé bajo tu manta.

Aquel día,
que había rehecho mi alma a base de cafés y bolígrafo.
Aquel día,
no te eche de menos.
No niego que me acordé de tus labios
en mi pecho besando cada poro de piel que ardía.
Pero no te eché de menos.

Aquel día,
tiré a la basura todas tus dudas.
Y me aferré a la felicidad antes de ti.
Y antes de tu ausencia.